Un hasta luego a Johnny, el Caballo Mayor

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Por: Ing. Samuel De Moya García
Físicamente ya no estás entre nosotros. Ahora te has situado en una dimensión que a todos nos espera. Pero en ti se ha producido una rara excepción, tu partida ha potenciado tu grandeza. Ahora no eres grande, eres inmenso.

Aquí, en este rincón esférico del universo, tu presencia infinita se mostrará siempre imponente en esta y en las futuras generaciones. Los ídolos del pueblo nunca mueren.
La vigorosa huella de tu música, la cual constituye una herencia sin fin repartida en partes iguales, continuará por siempre al alcance de cada uno de los dominicanos para seguir alegrando nuestros corazones y moviendo la cintura.

Como artista, siempre fuiste un rara avis, pues, ante las tentaciones que te engendraron la fama y la fortuna, jamás claudicaste. El brillo del oro nunca te deslumbró.
Aun siendo el Caballo Mayor, siempre mantuviste tu insuperable galope en el carril de la prudencia, los principios y la humildad. Nunca nos sorprendiste con saltos temerarios.
Los dominicanos sabemos que el amor por tu patria y el respeto por las leyes y la Constitución siempre formaron parte de los ejes transversales de tu vida.

Tu partida nos dejó constancia de hasta donde lograste extender tus éxitos y los límites de la dominicanidad a través de nuestro glorioso merengue, Patrimonio Cultural de la Humanidad. Sin dudas, quedó evidenciado que el dolor provocado por tu desaparición física también se puso de manifiesto con gran intensidad mucho más allá de nuestras fronteras.
A los veganos nos llena de orgullo saber que además de haber disfrutado tu música, tuvimos el privilegio de que en tu niñez caminaste por las calles de nuestro pueblo, y que el día 12 de septiembre de 1943 recibiste el sacramento del Bautismo en la catedral de nuestra histórica ciudad de La Vega.

Hasta luego, querido Johnny… que Dios te conceda el privilegio de descansar en paz en la más elevada cúpula del cielo.

@samueldemoyagarcia
samueldemoya@hotmail.com