Uno de los mayores peligros que se atisbaron con la llegada de la pandemia del Covid19 fue el impacto negativo en la producción de alimentos, su escasez y la precaria garantía de la seguridad alimentaria. Ningún ministro de agricultura se había enfrentado a una situación tan compleja y sin precedentes que pudiera servir como referente para la toma de decisiones y salvaguardar la seguridad alimentaria nacional.
En abril del 2020, cuando apenas comenzaban a sentirse los efectos de la pandemia, el argentino Manuel Otero, director General del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) del sistema de la Organización de los Estados Americanos (OEA), con sede en Costa Rica, alertó la escasez de alimentos a la cual se tendrían que enfrentar los países latinoamericanos por el impacto de la pandemia del Covid-19 en las cadenas de producción agropecuaria.
Y como era de esperar, la escasez trajo consigo el incremento de los precios. Por ejemplo, en México, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), informó que alrededor de 83 bienes y servicios del INPC (Índice Nacional de Precios al Consumidor) alcanzaron incrementos interanuales de doble dígito para la primera mitad de diciembre de este año 2021.
Y haciendo un rápido sondeo por cada país de Latinoamérica fue difícil no encontrar problemas gravísimos en el sector agropecuario que está dejando a su paso la pandemia. En Colombia se activó hace dos semanas una alerta por escasez de leche, faltando cerca de 1,6 millones de litros al día. Asoleche (Asociación Colombiana de Procesadores de la Leche) aseguró que la producción de este líquido ha caído un 15 % en el país, por lo que los colombianos corren el peligro de no alimentarse adecuadamente.
Si a estos efectos adversos comunes entre los países de estas latitudes le agregamos el imprevisto de lidiar con la tremenda Peste Porcina Africana (PPA), batalla campal, la cual muchos adversarios al ministro Limber Cruz aseguraban sería su Waterloo, podemos decir, sin temor a equivocarnos, que los retos superados por esta administración en materia de agropecuaria no tienen parangón ni precedentes en nuestros 177 años de vida republicana.
Al día de hoy, el país está abastecido de los 110 productos que componen nuestra canasta básica, y en el caso de la fluctuación ocasional de precios, como la que se da tradicionalmente en diciembre, habría que consultar con Proconsumidor la magnitud de la misma. Además de las políticas aplicadas por el ministro Cruz y los proyectos impulsados, la inyección que recibió la agropecuaria de unos RD$30,000 millones en préstamos, sin dudas que fue también un salvoconducto para llevar a buen puerto las cosechas planificadas.
Hay que ser muy mezquino para no reconocer que ya cae en lo histórico la gestión que encabeza Limber Cruz al frente del Ministerio de Agricultura, aunque para muchos sea una verdad incómoda. Qué le vamos a hacer.